De literatura Francesa de finales del siglo XIX.
1 Explique la diferencia entre las interpretaciones de Foucault y de Friederich con respecto a lo que implica la modernidad de Baudelaire en lo que se refiere su relación con la realidad. Explique los puntos esenciales de la interpretación de Benjamin. Asuma una posición con respecto a estas interpretaciones y susténtela mediante ejemplos concretos de las Las flores del mal y Los pequeños poemas en prosa. Se debe hacer referencia a los textos críticos de Baudelaire discutidos en clase.
Hugo Friederich en La Estructura de la lírica moderna, basa sus apreciaciones de la modernidad, y de la poesía de Baudelaire en un canon clásico de belleza. Es por ello que ve a la poesía moderna como oscura y disonante. La poesía moderna para Friederich es una poesía que no describe la realidad, sino que la deforma mediante la fantasía, logrando que el lector que habita en un mundo real se alarme, la poesía basada en ese mundo alejado de la realidad crea un “shock” en el lector, que no se debería dar porque el lector busca encontrar un concepto de belleza ya establecido anteriormente.
La poesía moderna, usa la fantasía , y esta fantasía es un mundo irreal que no se rige por las mismas leyes de la realidad, de hecho se opone, y para Friederich la realidad se limita a una mirada clásica de la belleza, del arte en general, y por ello nada puede ser más irreal que lo presentado por Baudelaire que se aleja totalmente de ese canon clásico , porque la belleza para este último no es un concepto estático.
Para Foucault, quien ve la modernidad como una actitud, que no es lograda por cualquiera, que se da a través de la relación con la actualidad, del vivir en ella, que es fruto de un “ethos” y todo lo que éste implica. Expone la relación de la modernidad con la realidad a través del mismo Baudelaire, quien en el pintor de la vida moderna define el actuar de aquel ser ideal moderno, que se involucra con la realidad a través de la búsqueda minuciosa en ella misma de aquello que es arte, y es eterno. Es ese pintor, quien trabaja en su arte basándose en la realidad, a través de esa misma relación que tiene con su presente:
…Justo cuando el mundo entero adormece, él [el pintor moderno] comienza su trabajo para transfigurar dicho mundo. Una transfiguración que no es anulación de lo real sino juego difícil entre la verdad de lo real y el ejercicio de la libertad; en ese juego las cosas “naturales” se convierten en “más que naturales”, las cosas “bellas” llegan a ser “más que bellas” y las cosas singulares aparecen “dotadas de una vida entusiasta como el alma del autor”[1].1
Lo anterior basándose en que para Baudelaire ese pintor moderno no sólo aceptará la realidad, o ese presente en el que se moverá, sino que será moderno justo en el momento en el que tome una actitud frente a su presente, y esta actitud estará ligada a la de creación, la creación no sólo como imitación, su esencia estará en poder distinguir lo real y poder imaginarlo de modo distinto. Jugar con eso real, después de aceptarlo es tomar una actitud, es tener la libertad de poder transformarlo sin llegar a destruir su esencia que de alguna manera lo hata a la realidad. Destacar lo propio de la realidad, crear basándose en alternar el respeto y la violación de lo real; que sólo se logra después de una aceptación y un reconocimiento de lo que está pasando alrededor.
Bajo el panorama que presentan Friederich y Foucault sobre la modernidad de Baudelaire y su relación con la realidad, se pueden concluir varias cosas:
El juicio que imparte Friederich, está basado en un concepto de belleza totalmente clásico y estático y es por ello que la poesía de Baudelaire no puede encajar en él, se considera diferente a lo aceptado, y por lo tanto esa modernidad que trae consigo, será alejada de la realidad en la que Friederich se mueve.
La perspectiva de Foucault difiere en cuanto a la estaticidad de los tiempos y de los conceptos, al parecer él se abre a la posibilidad de una definición dinámica de la belleza, del arte y de lo que perdura, que va muy de la mano con lo que Baudelaire considera arte y modernidad.
La fantasía deforma la realidad para Friederich, porque se mueve en un mundo totalmente alejado de ella, un mundo artificial creado por el artista; Foucault en cambio propone que ese deformación que hace el artista de la realidad, la hace basándose en la realidad misma, el artista tiene que primero conocer y practicar lo real, para poder intervenir en ello en el momento de la creación.
La consecuencia de esta irrupción de la modernidad Baudelairiana en el mundo, visto por Friederich, causa una disonancia y se presenta de manera oscura por oposición a la realidad, y esto porque para él la creación del artista moderno es falsa en cuanto que no tiene nada que ver con lo real, porque se crea desde afuera y esta creación no obedece a las leyes naturales de la realidad. Para Foucault, la irrupción del pintor moderno, es apenas esperada, porque es la actitud que el hombre debe tomar frente al movimiento que es la modernidad, la creación del artista es el pleno vivir de esa modernidad, que es realidad y su relación con el hombre.
Ya en Walter Benjamin se profundiza más en lo que La Modernidad representó, y como ese pintor moderno concibe la vida desde ese mismo ethos de la época. Porque este artista nuevo, no se dará por sí sólo, también está en permanente relación con la realidad que vive más exactamente París la ciudad donde con Baudelaire se gestará eso llamado Modernidad.
El primero de los temas que expone Benjamin en Sobre algunos temas en Baudelaire, es al que se enfrentará ese habitante de París, en donde ya no se hablará de un individuo como tal, sino de una colectividad por el tamaño mismo de esta nueva gran urbe, será el referente a la conciencia y a la memoria, y como afectan esos elementos externos producidos por la misma emisión de la prensa, o del medio que sea que afecta esa memoria individual.
El presente de este “pintor/artista moderno”; se verá invadido de la noción de colectividad, una colectividad inmensa, que afectará su conciencia. Benjamin se vale de la tesis de Freud, para explicar la idea de la conciencia, que no estará encaminada a esa bodega de experiencias sino que será una especie de dispositivo que se ejercitará a través de la exposición a estímulos externos o “shocks ”, que se convertirán en vivencias, únicamente después de dado el duelo. Pero al parecer a Baudelaire este almacenamiento en la conciencia del las “experiencias vividas” no le es productivo para su creación artística, porque estas serían el resultado de ese ejercicio, y si este no llegase a realizarse de manera correcta según Freud, “se produciría el espanto, agradable o (más comúnmente) desagradable”[2], y es este producto el que embriagará al poeta, para llamar a este espanto y así crear la obra moderna, que será reflejo de ese enfrentarse de un individuo con su colectividad, representación nuevamente de la realidad y la actitud que es la llamada modernidad.
Baudelaire en el ensayo “El arte mnemónico”, alude a esa embriaguez y a esa necesidad de enfrentarse a esos “shocks”:
“Así, en la ejecución del Señor G. se muestran dos cosas: una, una concentración de memoria resurreccionista, evocadora, una memoria que dice a cada cosa: ¡Lázaro levántate!; otra, un fuego una embriaguez de lápiz, de pince, semejante casi a un furor”[3] .
La imagen de ese “shock” causado por factores completamente externos nos se puede se parar de la noción , de masas, y allí Benjamin nos presenta otro punto esencial: “La multitud”, la realidad presentaría esta nueva manera de andar en la ciudad, y el hombre moderno se tiene que desenvolver en ella, que es una masa compuesta de transeúntes. Baudelaire a través de uno de sus pequeños poemas en prosa, traducido al español como Las muchedumbres; plantea claramente como debe ser ese interactuar del poeta con esa multitud de hombres:
Multitud, soledad: términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada.
Goza el poeta del incomparable privilegio de poder a su guisa ser él y ser otro.
Como las almas errantes en busca de cuerpo, entra cuando quiere en la persona de cada cual. Sólo para él está todo vacante; y si ciertos lugares parece cerrársele, será que a sus ojos no valen la pena de una visita[4].
El poeta debe ser ese observador, pero no el que se queda allí nada más entendiendo el mundo alrededor, es aquel que es capaz de involucrarse entre la multitud pero también distanciarse, debe tener una posición privilegiada para poder ver eso que se atreverá a convertir en obra y, a la manera del flâneur, atravesará esa multitud, se mezclará pero, su ojo será crítico y activo.
El poeta será ese capaz de ser otro, y ese será su papel en la multitud, creo que es importante aclarar en este punto, un tema que al parecer no lo toca o por lo menos no puntualmente Benjamin, y es que Baudelaire evidentemente en su obra, no será cualquier otro hombre, su multitud será una específica, serán aquellos desposeídos, a quienes dedicará sus letras y su trabajo, ellos serán su “población objetiva” a la hora de observar desde una posición no de superioridad sino desde abajo, metido entre esa misma raza.
Por último Benjamin hace referencia a los términos , sobre los cuales girará gran parte de la obra Baudelaireana: spleen e ideal:
“El libro Spleen et idéal es el primero de los ciclos de las mal. El idéal proporciona la fuerza del recuerdo; el spleen le opone la horda de los segundos. Es el emperador de los segundos, así como el Demono es el emperador de las moscas”[5]
Baudelaire, verá en el spleen ese obstáculo en el camino de la creación, es un estado “anímico” detestable, que también se podría ver como ese contrario a la actitud del hombre moderno, porque es el dejarse estar allí, sin criterio, sin mirar y sin ver. Ese tedio debe ser vencido , y lograr el idea, que sería la actitud que se manifiesta en la relación del hombre y su presente, el ideal es sinónimo de esa perfección poética o artística.
Vale la pena citar un poema que lleva el nombre de Spleen (el número LXXV) contenido en las flores del mal, que ejemplifica desde el mismo arte del poeta, lo que es y lo que implica dejarse caer en él.
Spleen
Irritado Pluvioso con toda la ciudad,
A raudales el lúgubre frío de su urna vierte
Sobre las gentes pálidas del cementerio próximo,
Y la mortalidad en los barrios brumosos.
En la baldosa mi gato buscando una yacija
Agita su delgado cuerpo sarnoso; el alma
De un poeta ya viejo yerra en el canalón
Con la voz dolorosa de un fantasma friolero.
Se lamenta el bordón, y la madera ahumada
Acompaña en falsete al reloj resfriado,
En tanto que en un juego lleno de aromas sucios,
Herencia desdichada de una hidrópica vieja,
Con la reina de corazones la hermosa jota de picas
Siniestramente charlan de sus amores muertos.[6]
Los elementos que se exponen son los propios de ese ambiente de spleen. Se ve la incapacidad de acción, de hecho no existe acción humana, estas se realizan por los objetos; el ser humano deja que haya una predominación del objeto que es inerte. El tiempo está suspendido , el reloj resfriado enfermo, dejará pasar el tiempo lento o simplemente no pasará. Hay una traición a los ideales en la charla de las cartas, que a su vez personifican ese azar, al que se someten ciegamente las personas. Las condiciones climáticas son oscuras, frías. Es la manifestación del tedio total. Bajo este ambiente no habrá jamás creación.
En París capital del siglo XIX, en el capítulo que Benjamin le dedica a Baudelaire, hace más implícita esta relación entre la realidad, representada por la ciudad (en crecimiento, en movimiento) y la modernidad a través de la creación artística del poeta.
Benjamin expone : “En Baudelaire, París se convierte por vez primera en objeto de poesía lírica.”[7] Baudelaire, es el artista de esa multitud, que se desarrolla en París, ciudad industrializada, con aspiraciones a incrementar sus fuerzas, y con inconformidades que van naciendo de las diferencias de clases. El poeta se ubica en el más bajo de estos estratos sociales, junto a las prostitutas, los ancianos, los bohemios etc, para escribir sobre esa ciudad que nadie retrata de la misma manera, encontrado lo bello en ese fango. “ La poesía de Baudelaire extrae su fuerza de la pasión política de ese estrato social. Se pone de lado de los asociales. Su única sociedad sexual la cumple con una prostituta”[8]
El panorama presentado hasta el momento ha sido bastante resumido y corto, pero creo que se dieron las definiciones correspondientes a la idea que obtuve de cada autor, he cuestionado sus ideas a medida que he desarrollado el tema, pero he aquí algunos planteamientos más que tengo al respecto:
En cuanto a la visión de Friederich de lo que es el poeta moderno, no cabe opinión de su parte que valga para lo que considero que es la modernidad, porque él está viendo la relación del hombre con ese presente cambiante e imponente como un producto de la fantasía y alejado de la realidad, cuando se debe ver a ese poeta moderno como un poeta que ya no va con la concepción clásica, ya no es el intermediario entre lo divino y lo terrenal, ni tampoco buscará seguir explotando la belleza clásica que ya nada le ofrecerá.
Por otro lado Foucault, sí define la modernidad como lo que ve Baudelaire, y se basa en los textos de este último para sustentar su tesis, vale la pena aclarar en este punto algo bastante importante esa relación entre el poeta/pintor moderno se da desde adentro de la misma realidad, en este plano el artista no podrá sustraerse de aquella realidad que no le gusta, obviarla o suspenderse por encima de ese mundo, el verdadero hombre moderno se sumergirá de lleno en esa realidad y desde su posición de por debajo, podrá a través de la fantasía crear o exaltar una realidad , pero siempre respetará las leyes de la realidad que lo rodea.
Pienso que el flâneur no es el mismo pintor de la vida moderna, porque el “paseante” se dedica únicamente a observar la realidad, mientras que el artista buscará transfigurar de alguna manera esa realidad, de la manera irónica.
Por último si la modernidad es ese “ethos”, el artista estará en la búsqueda de esa actitud, busque un embriagarse de ese mundo, y de su expresión, que se vuelva un poco niño y se asombre, que busque lo nuevo y no se deje caer en el ennui.
2. Los siguientes poemas tienen una versión en prosa y otra en verso: “El reloj”, “La invitación al viaje”, “El crepúsculo de la tarde”, “Las viejecitas” (“Las viudas”)...Escoja uno de ellos y compare las versiones, teniendo en cuenta lo planteado por Baudelaire en la dedicatoria a los Poemas en Prosa acerca de una prosa poética.
¿Quién de nosotros no soñó, los días en que se siente ambicioso, con el milagro de una prosa poética, musical pero sin ritmo ni rima, suficientemente flexible y contrastada como para poder adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del sueño, a los sobresaltos de la conciencia?[9]
El reloj.
En el poema incluido en las flores del mal se nos presenta al reloj como un Dios, que es un reloj tal y como lo conocemos pero personificado. Éste nos atormenta, y su función es recordarnos que el tiempo en nosotros es finito, que la mortalidad está ahí latente. Se nos da a entender que la única manera de combatir ese “paso del tiempo” es a través de la creación artística, como ya se dijo anteriormente el spleen es ese dejarse pasar del tiempo, y el ideal es combatirlo con la creación literaria, con la obra a la que el tiempo no afectará de la misma manera que al hombre , porque la obra será inmortal.
La versión del poema en el Spleen de París, también hace alusión al tiempo, pero la hace desde el punto de vista contrario, en donde el tiempo del artista está dado por la creación personificada de una gata, el tiempo de ésta ¡Es la eternidad!. Bauldeaire logra con estos dos poema dar el mismo mensaje, pero ¿por qué realizar uno en rima y el otro de manera prosaica? El poema en rima de las Flores del mal, en seis estrofas que riman el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero. La métrica y el ritmo dan esa musicalidad, en el reloj las palabras: “Souviens- toi!” que se repetirán en algunas estrofas, marcan aún más el mensaje que se quiere dar.
En el poema en prosa sí se percibe una musicalidad a pesar de que no exista una métrica perfecta como en el otro, yo creo que esto se da debido al juego de palabras y como se presenta en sí el poema. Primero se hace la analogía del tiempo a través de los ojos de un gato, ser lleno de sabiduría/magia (según la cultura) y que se supone es trascendente en el tiempo; y después el poeta presenta a esa quien marcará sus días, y en las que mide su existir, que no es sino una gata que representa a aquel ideal , valiéndose de la enumeración de sus virtudes en él, que en últimas no marcará sino una sola hora, porque siempre será eterna, y no está midiendo la vida del poeta como cosa física sino su existir en cuanto a creador, y en cuanto a obra.
Bibliografía.
Baudelaire Charles. El pintor de la vida moderna.1863. http://www.scribd.com/doc/7758786/baudelaire-charles-el-pintor-de-la-vida-moderna.
Baudelaire Charles. Las Flores del Mal. Cátedra. 2009
Baudelaire Charles. Pequeños poemas en prosa- El spleen de París.
Benjamin W. Paris capital del siglo XIX. Pp.125-138.
Benjamin W. Sobre algunos temas en Baudelaire. Pp. 89-124.
Foucault M. ¿Qué es la Ilustración? en “Saber y Verdad”, Las Ediciones de la Piqueta, Madrid, 1991, pp. 197-200.
1. [1] Foucault. ¿Qué es la ilustración?. P.
[2] Benjamin, Sobre algunos temas en Baudelaire. P 96.
[3] Baudelaire, El pintor de la vida moderna. P.14.
[4] Baudelaire. Pequeños poemas en prosa. Poema XII las muchedumbres.
[5] Benjamin. Sobre algunos temas en Baudelaire. P 116.
[6] Baudelaire, Las flores del mal. P 299
[7] Benjamin, París Capital del siglo XIX. Capitulo X Baudelaire o las calles de París. P 133.
[8] Ibidem, p. 134.
[9] Baudelaire, Pequeños poemas en prosa. P. 62.
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