La Contemplación de una idea
Acercamiento al pensamiento de Walter Benjamin.
El perímetro de las ideas lo marca la idea de Dios
Walter Benjamin
Sobre el lenguaje en cuanto tal.
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Acercarse al pensamiento Benjaminiano requiere de una comprensión de lo que para Benjamin es el mundo, y el mundo de las ideas, que habitan en el lenguaje mismo. Tratar de abordar lo que significa pensar para Benjamin en cuanto a la “palabra”, trae consigo una reflexión de lo que es la palabra misma como un objeto dotado de ser espiritual que se ve reflejado en su mismo ser, al ser la palabra lengua, lenguaje hablado.
Normalmente en nuestros tiempos (teniendo estos un nacimiento en la modernidad) tendemos a ver al lenguaje como un ente pasivo, como herramienta de comunicación que sirve como medio para expresar a un yo, es más se llega hasta ser concebido como un producto del hombre, justamente es esta noción contra la que lucha el planteamiento de Benjamin, para comprender esta nueva postura sobre el lenguaje lo tenemos que abordar desde una perspectiva en donde éste se nos es otorgado como un don a la manera esotérica. No estamos hablando de que el lenguaje no comunica, en términos benjaminianos el lenguaje sí comunica pero va más allá, comunica contenidos espirituales y el lenguaje no es simplemente propio del hombre, “toda comunicación de contenidos espirituales es lenguaje, y la comunicación por la palabra no es sino un caso particular, el caso de la comunicación humana y el de la comunicación que está a su base o que se basa en ella”1. Entonces se debe tener en cuenta como primera medida que la palabra no es un medio, ni un instrumento, pero entonces ¿qué es? ¿Qué encierra, o mejor qué abre? , para responder estos cuestionamientos hay que comprender al ser lingüístico y al ser espiritual , que estarán en la palabra misma, esto tanto que la palabra es lenguaje y comunica ese ser lingüístico y a la vez comunica al ser espiritual en la medida en que es comunicable.
Si la palabra es el punto máximo del lenguaje del hombre podemos comprenderla como iluminadora, dando el poder para la interacción con otros lenguajes (lenguajes de las cosas que habitan en lo real, por lo tanto poseen vida espiritual), porque siendo esta la
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1. Benjamin . Sobre el lenguaje en cuanto tal… p. 144-145 . La cursiva es mía.
comunicación del ser espiritual del hombre 2 , es capaz de ser denominadora, es decir tiene el don de darle nombre a las cosas (don otorgado por Dios al hombre) , y esta denominación no se queda en la mera designación sino que a través de esa palabra (dadora de nombre) se reúnen una serie de virtualidades que habitan en ese mundo, haciendo florecer ese potencial que está en la cosa misma, en estos términos vemos que el lenguaje que es palabra y esta que es nombre , es absoluto porque hace aparecer la multiplicidad de los matices y los sentidos de las cosas. Cuando la palabra nombra: crea, esto en un sentido real y espiritual, al hacerlo se hace una transposición de un lenguaje a otro, en este caso del lenguaje mudo de las cosas al lenguaje del hombre y es en esta traducción , traducción entendiéndola no como una simple transposición de lenguas sino en un recorrido de las virtualidades que se encierran en la cosa misma , a través de ese recorrido se logra pasar en primera instancia de lo mudo a lo sonoro, al sentido que le otorga el nombre , “esto es, por tanto, traducción de una lengua imperfecta a otra más perfecta: una que lo que hace es añadir algo más: el conocimiento”3 , porque a través de la palabra el ser humano convierte a las cosas en el lenguaje del conocimiento, que se basa en el nombre mismo4. Al recorrer las virtualidades existentes en la cosa, se está desplegando la cosa en sí, se ilumina ese lenguaje y se conoce por tanto lo que es la cosa misma con las limitaciones puestas por el perímetro del mundo que es Dios mismo o la idea de él.
Si bien el nombre otorga un sentido a las cosas, no las cambia materialmente como tal, por eso se puede decir que la palabra habita un mundo de virtualidades y que estas se transforman a través del conocimiento que se da como ya vimos en el nombrar mismo. Como el lenguaje de los hombres es imperfecto a pesar de estar en un nivel de gradación superior visto de alguna manera , porque el lenguaje perfecto es el de Dios mismo. Cuando el lenguaje del hombre se refiere a las cosas estas cambiarán en sus virtualidades o se cambiará la idea en sí en todas las resonancias que se den entre las diferentes virtualidades existentes al ser referida. En ese orden de ideas entendemos que conocimiento no es un saber sino que se trata justamente del resultado creativo del lenguaje sobre las cosas. Así se resuelve el cuestionamiento por la palabra entendiéndola como aquella capaz de nombrar las cosas, y es través del nombre que es un don divino, que se puede visualizar ese mutismo que encierra el ser espiritual de la cosa misma, y esta visualización trae consigo la infinitud de virtualidades que se encierran en la cosa que se conectarán a través del conocimiento que es referirse a la cosa misma que se hace en la palabra, y se cierra como un circulo en donde su perímetro será siempre Dios.
1. Ibídem 147 .
2. Ibídem, 155. La cursiva es mía
3. Ibídem , 157
Bien entonces si el referirse a la cosa es conocimiento, planteémoslo ahora en términos más amplios y fijémonos en el pensamiento como tal , entendiendo que no se trata de mera acumulación de conocimiento que por lo demás no es así como opera este, ya que cada vez que se refiere a la cosa como está planteado anteriormente las virtualidades que encierra ésta se presentan de manera distinta , esto claramente entendiendo que se habita en el mundo de lo real.
Y es allí en la presentación de virtualidades en donde se halla la clave del pensar, que para Benjamin está ligado con la verdad y como se expone esta. Entonces a grandes rasgos se debe entender que la cuestión se trata de la exposición y de la manera de abordar (para el caso Rodear) al objeto o a la idea misma, y que no se debe confundir el pensamiento con la forma de análisis matemático que no trae a presencia algo nuevo sino que muestra el procedimiento por el cual se llega a algo que ya se conoce, que es mera actualización de un a priori . A partir de esa negación del método, Benjamin propone que no se tome el objeto como una cosa ya dad y sabida sino que éste sea el sentido de la observación misma, porque si bien cuando se piensa en el objeto mismo este no será una mera cosa como se entiende normalmente en cuestión de elemento finito y material sino que de allí se desplegaran múltiples resonancias en sus virtualidades. Entonces el pensamiento se da en el volver sobre la cosa misma 5, y reiterar en ella tomarla como punto de partida una y otra vez para logara captar en gran parte las resonancias que habitan en ella, a lo que se le llamará Contemplación6.
En la contemplación existe un reiterar intermitente, que no debe ser sinónimo de fracaso en su sentido más común sino que precisamente en ello consiste el pensar como tal , porque volver sobre un mismo objeto es llegar a la idea, es decir, si el reflexionar sobre un objeto traerlo a su mente, no llega una cantidad de caracteres escritos formando la palabra literalmente sino que al pensar sobre una cosa trae consigo un montón de virtualidades de todo tipo pero sobre todo históricas que apelan a la memoria, y son estas mismas virtualidades que se presentan a manera de mosaico las que hacen la idea, por ello una idea es la exposición misma de la idea. Contemplara así es ser capaz de rodear la idea, encontrar al objeto mismo con todas sus virtualidades y no solo las más cercanas, es más entre más aisladas es tanto mayor el valor del pensamiento: “ tanto en el mosaico como la contemplación yuxtaponen elementos aislados y heterogéneos, y nada podría manifestar con más fuerza que este hecho el alcance trascendente ya de la imagen sagrada, ya de la verdad”7, es así como se deben encontrar las resonancias aún más
5 Benjamin. El origen del drama barroco alemán. Página 10.
6 Ibídem: “Este incesante tomar aliento constituye el más auténtico modo de existencia de la contemplación”. P.10.
7 Ibídem . página 11
lejanas para generar pensamiento, y esto evidentemente se hace sobre la exposición misma de la idea, es decir del objeto particular y sus relaciones con las virtualidades que vienen en sí.
Lo que hace posible ver al pensamiento mismo como una cuestión de casos y no generalizarlo, en donde no cabe aplicar un método predeterminado sino que el objeto de estudio siempre es una idea nueva, por lo tanto una exposición diferente que requiere su tratamiento en la heterogeneidad que propone ésta.
Entonces la idea es exposición de la idea misma, es ese abrir infinitud de posibilidades en tanto a la resonancia del objeto mismo, y es a través de esa propia exposición que aparece, es algo que se da con la idea misma, porque claramente no existe un método bajo estos propuestos benjaminianos que lleven a la demostración de la idea, porque si se aplicase como tal volveríamos al error de ver la cosa como herramienta y no le encontramos ese ser espiritual que abarca sus virtualidades. Las ideas se ofrecen a la contemplación no se infieren, ya están así como la verdad también está ya en sí misma en su exposición. Por eso no se puede hablar de totalización ni tampoco de capturar un mensaje o una solución porque si bien el objeto materialmente no se verá afectado sí sus virtualidades en el pensamiento cambian y se reformulan y se resisten bajo su misma exposición, pero tampoco se debe ver al pensar como pasividad porque contemplar también significa iluminar, actuar sobre las resonancias y relaciones, encontrar esas particularidades en los heterogéneos.
Pensar requiere de un recorrido por las resonancias históricas del objeto, y es este mismo recorrido revela las huellas históricas, el origen mismo de la cosa, que no se refiere a un origen de creación literalmente sino que ese origen es poner en dialogo el pasado con el presente, contemplar la cosa trae consigo una interacción histórica en donde se rastrean las resonancias con el pasado , no a manera de ficha biográfica o cronológica sino que es cativo también es la interacción del tiempo , y llegar a la resignificación luego de ella.
Contemplar como ya se ha dicho no es un método pre-definido como tampoco lo es el mismo pensar, entonces no se hallan las cosas a través de la inducción o deducción, porque no están para hallarlas, ya la idea está en sí misma , es por ello que lo que realmente se debe es intentar agotar las posibilidades de resonancia pero sin pretensión de generalización ni de totalización, la misma exposición presenta una forma, forma que permite ver la relación entre lo particular y lo general, pero que realmente no debe ser el fin mismo del ejercicio sino que haya un dialogo entre las resonancias del mosaico o de la idea misma. Entre estas vale la pena para retomar algo que la modernidad ha olvidado y es poner a discutir sobre el mismo abismo una pre-historia y una post-historia de la cosa, comprendiéndola en su origen , dando una relación dinámica que se puede replantear en tanto más se piense y se vea en su particular el panorama heterogéneo de resonancias, que se presentará siempre como no acabado por lo mismo heterogéneo y da como resultado un por venir dentro del devenir mismo de la idea, debido a que no se está buscando aplicar un método a la manera científica.
Pensar es entonces contemplar activamente una idea. Pero bien hace Benjamin al reflexionar: “Sólo una perspectiva distanciada y que renuncie desde el principio a la visión de la totalidad puede ayudar al espíritu, mediante un aprendizaje en cierto modo ascético , a adquirir la fuerza necesaria para ver el panorama sin perder el dominio de sí mismo”8 , porque para pensar se debe comprender que la multiplicidad de resonancias pueden llevar a un agotamiento no de la idea en sí , sino del ente pensador que en su afán y bajo los supuestos dados por la sociedad moderna buscará una generalidad para dar por acabado y asir al objeto de su estudio.
Bibliografía
Benjamin Walter. El origen del drama barroco Alemán. 1990 editorial Taurus, S. A.
Benjamin Walter. Sobre el lenguaje cuanto tal y sobre el lenguaje del hombre. Estudios metafísicos y de filosofía de la historia. Obras libro II/Vol. 1 . . Abada Editores, 1989.