martes, 3 de enero de 2012

¿El aura de Woody Allen?

Un montón de anacronismos irresponsables. La tarea me lo exigía . Además todo está tan mal argumentado.

¿El aura de Woody Allen?

En la película Mighty Aphrodite (1995) del director Woody Allen, que se sitúa en Nueva York en la época actual (de la creación de la película) se puede marcar en el estilo propio del director, lo que viene siendo problemático para separarlo del todo del aura, porque si es un artista de culto encierra para sus seguidores algo de magia y al ser sus películas esperadas una vez al año con temáticas recurrentes se convierte en una especie de rito.

Para problematizar y matizar esto podemos ver que si bien la aparición del cine ya lleva un siglo y en crecimiento exacerbado en la técnica gracias a la tecnología, se instaura desde sus inicios en la llamada reproducción técnica en dónde la máquina juega un papel esencial y ya no se trata del artista con sus manos produciendo su obra sino más bien se sortea una cuestión de mirada, de construir a través de. Pensar en que la reproducción técnica permite la apropiación de la tradición artística hasta el punto de modificar en sí el “original” , en nuestros días no es sorprendente, sabemos que desde principios del siglo XX artistas como Duchamp y sus trabajos sobre la imagen de la Mona Lisa, se apropiaban de la imagen que era una reproducción , una pequeña fotografía a manera de postal de aquella obra renacentista , y a partir de ahí el devenir del arte durante este siglo haciendo uso de todo tipo de técnica a través de la tecnología a intervenido a la tradición , pensar en el collage, en el pastiche, en la reubicación de objetos, en la serigrafía pop , entre muchos otros han hecho que el asunto de la originalidad ya no sea el cuestionamiento a la hora de juzgar el arte, inclusive se parte de esta apropiación y del manejo que se le dé para contemplar este nuevo arte o arte moderno.

En la película, vemos explícitamente la apropiación que hace Woody Allen del modelo de tragedia griega, llegando al punto de ridiculizarlo al ponerlo en un coliseo griego, los personaje vestidos de toga y haciendo parte de un coro que interviene a lo largo de la película al estilo de un coro sátiro o cualquier tipo de coro usado en la tragedia clásica, alternándolo y poniéndolo en relación con hechos de actuales, formando imágenes contradictorias en sí mismas. Con esto se entiende que el director realiza una apropiación de la tradición occidental, pero no está reproduciendo en términos exactos una tragedia griega, está utilizando un modelo y aplicándolo digámoslo anacrónicamente pero con responsabilidad, es decir, cuando se pone en dialogo a personajes tan disimiles como los de un coro griego con una ciudad como Nueva York a finales del siglo XX y sus habitantes , realmente allí la intención es evidente y es la utilización formal del coro para realizar diálogos en off, entre otros elementos técnicos del cine, para crear a su vez el efecto cómico en el espectador.

Benjamin asevera “Conforme a una formulación general: la técnica reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible. Y confiere actualidad a lo reproducido al permitirle salir, desde su situación respectiva, al encuentro de cada destinatario” [1], pensar en tradición es problemático si se habla de una película de 1995, porque esta se puede enmarcar en la tradición del cine, en la que ya la reproducción técnica es un per se, y no se puede decir que con la técnica se desvincule de esta tradición, pero lo que Benjamin realmente está exponiendo está en que ya no es una tradición por su carácter masivo, y es que el desprendimiento se da es con la manera de arte anterior, porque se debe contemplar la idea de que el arte es histórico en tanto hace parte de la historia y cambia a medida que la historia deviene[2]. Cuando el cine se proyecta no se hace en vivo, su aquí y su ahora como momento creador de obra se pierde en la proyección, pero se actualiza con la proyección misma.

Para el caso de estudio pensar en la actualización de la forma griega del teatro que no es más que una representación, que si bien no pretende ser exacta tampoco podría serlo porque esa forma de teatro ya no tiene su público, si bien la obra se modifica en términos de percepción por parte del público, cuando también se modifica a través de espectador que crea y tiene la posibilidad con la proyección de su mirada de mostrarla a un nuevo espectador, que es el caso en donde Woody Allen conoce la obra griega, y de su experiencia con ella es capaz de re crear una nueva obra para así mismo transmitir una nueva experiencia con el público. Y es que se puede formular así únicamente al verlo como una sátira y como espectadores entender que no se trata de una reproducción exacta, estamos presenciándolo como desmoronamiento del aura[3].

Entender que nos hace más cercano aún el teatro griego a esos personajes históricos a través de una técnica en particular, poniendo en voz de Casandra o de Tiresias , predicciones triviales, y aún más el mismo Tiresias como ciego y mendigo newyorkino es destruir el aura que puedan tener esos personajes para un espectador moderno. Poner a Zeus con un contestador , aparato que responde cuando el coro le clama, que el mismo coro hable de Edipo para referirse al psicoanálisis , llevando a la crítica de esa profesión , que Afrodita sea la misma prostituta protagonista, entre otras escenas nos está diciendo implícitamente: el director se apropia de la tradición y acerca esos personajes históricos y tradicionales haciéndolos más humanos y contemporáneos.

En este punto se podría cuestionar que si bien en la película explícitamente se destruye el aura de una tradición y a la vez por su carácter masivo también hace una doble destrucción, existe la posibilidad de ver el aura singular ya sea de los mismos actores, pero para explicar esto se entiende que lo auratico en el actor está en el conocimiento de sí mismo de su condición y este se lo daba la validación al interactuar con un público, porque ese contacto entre el actor y el público nos remite al teatro griego o a los salones de piano, y a la fuente primaria de la reproducción es decir la que es manual y por lo tanto más susceptible a copia . Pero en el caso del cine Benjamin lo describe como “la actuación del actor está sometida por tanto a una serie de tests ópticos. Y ésta es la primera consecuencia de que su trabajo se exhiba por medio de un mecanismo. La segunda consecuencia estriba en que este actor, puesto que no es él mismo quien presenta a los espectadores su ejecución, se ve mermado en la posibilidad, reservada al actor de teatro, de acomodar su actuación al público durante la función”[4], es decir la actuación hace parte de un organismo más grande que es el montaje, el actor al verse limitado a actuar para la perspectiva del director ya no tendrá la libertad total que le brinda la interacción sobre las tablas, su carácter singular se pierde en la estructura máxima que es la película producida, se trata del actor ante la máquina , ante la cámara y no directamente ante el público, renunciando así a su aura.

Es interesante para el caso que el director también sea un actor, y es un arma de doble filo porque es títere y titiritero (analogía que no se debe tomar en términos peyorativos sino simplemente ilustrativos), pierde su aura doble vez, porque entonces ponemos en esta nueva de producción artística una especie de jerarquía en la que manda el mecanismo pero quien lo usa y crea con la máquina es el director, y para el caso también guionista y hasta productor como en muchas de sus otras películas. Si bien siendo actor, que trabaja para la cámara, para la mirada del director , decimos que pierde su aura, ahora siendo director se tiene que someter a su mirada a un post, es decir para dirigir su propia actuación se somete a la grabación porque no puede tener el puesto privilegiado detrás de la máquina, entonces el director también pierde el aura que podría tener en el momento de la filmación , porque ya anteriormente hemos visto a través de la producción técnica también ya la ha perdido, inclusive nunca la tuvo.

Ahora ver que la obra es para las masas, y que las masas hacen parte de esta al reconocerse a sí mismas en la proyección, si se es newyorkino al ver la película encontró posiblemente lugares en los que frecuenta, problematicas que le tocan en el diario vivir directamente y si no se es, si se es un hombre citadino occidental también tiene la posibilidad de verse de alguna manera en esta o en cualquier otra película de Woody Allen, porque el director le habla a ese público de clase media, que vive en la gran ciudad que la misma sociedad lo convierte en neurótico , que toma servicio público , a ese público al que le acosan problemas típicos de la ciudad occidental del siglo XX. Entonces vemos que la fundamentación de sus películas está en esa masa, en ese público que se identifica con el hombre que se siente parte de la minoría pero que a la vez se vincula con las prácticas sociales, ese hombre al que le afecta todas las relaciones que pueda tener, a esa alma sensible que se descubre sensible en medio de un trancón, etcétera , si bien ya no se trata de hacer arte para servirle a un rito sí el arte , el cine está para la masa, entonces el cine encuentra su fundamentación en la política.[5]

Ya entendiendo que la pérdida del aura no es tal, porque entendiendo que la reproductividad técnica no da espacio para tener el aura un siglo después de la creación del cine, por lo menos no en la obra, volvamos al paradigma inicial, ¿Woody Allen como artista es auratico? , bien vimos que en el momento de la construcción de la película y en su papel de actor y director por doble vez pierde su aura, pero qué hay del momento en que se instaura como lo llamado “director de culto”, cuando el espectador sabe que una vez al año Woody Allen saca una película que seguramente es una comedia romántica, que se filma en una gran ciudad ya sea Nueva york , París, Barcelona, Londres, que tocará más o menos los mismos temas de siempre, y aún así va al cine a verla, y la compra para reproducirla en su casa, y considera que es un genio, y crea todo un ritual alrededor de su arte o de su figura. En este momento se puede responder que realmente se trata del culto a una imagen, a una construcción artificial, a una “celebridad”, Benjamin dice al respecto “a la atrofia del aura el cine responde con una construcción artificial de la personality fuera de los estudios; el culto a las «estrellas», fomentado por el capital cinematográfico, conserva aquella magia de la personalidad, pero reducida, desde hace ya tiempo, a la magia averiada de su carácter de mercancía”[6], en esos términos se trata de una falsa aura, que por un lado apela a la aparente necesidad de la sociedad por endiosar y alejar a través del acercamiento a sus “ídolos”, entre más tenga la oportunidad el público de interactuar con la obra, de ver las decenas de películas no se da cuenta que realmente se está acercando a la obra y a la manera de ser de ésta, sino que a la vez al encontrar placer está alejando al creador, le impone una calificación de genio en el agradecimiento por permitirle el goce, obviando el entender tanto a la obra como al artista como pertenecientes a un materialismo histórico. Por el otro lado se trata de un juego del mercado, que se da cuenta que debe suplir la necesidad del espectador, y le impone una mercancía que le acerca a sentir eso que no sabe qué es lo que le falta en su acercamiento al arte y que es el aura.

BIBLIOGRAFÍA

Benjamin Walter, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Publicado en BENJAMIN, Walter Discursos Interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989. Disponible en : http://diegolevis.com.ar/secciones/Infoteca/benjamin.pdf 22 de noviembre de 2011

Allen Woody, Mighty Aphrodite (1995). Miramax producciones.



[1] Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. P. 3.

[2] Benjamin entiende que la obra es cambiante en tanto histórica: “La unicidad de la obra de arte se identifica con su ensamblamiento en el contexto de la tradición. Esa tradición es desde luego algo muy vivo, algo extraordinariamente cambiante. Una estatua antigua de Venus, por ejemplo, estaba en un contexto tradicional entre los griegos, que hacían de ella objeto de culto, y en otro entre los clérigos medievales que la miraban como un ídolo maléfico. Pero a unos y a otros se les enfrentaba de igual modo su unicidad, o dicho con otro término: su aura”(p.5)

[3] Ibidem. P.4.

[4] Ibídem. P. 9.

[5] Ibídem. P. 6.

[6] Ibídem. P. 11.

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