Arte y Vida
“Voy sobre la pluma como voy sobre mis pies”
Montaigne
El arte como expresión de vida, el arte como vida misma; el arte no como representación de sí mismo sino el arte como sí mismo. Esa es la tesis que se intentará desarrollar a lo largo del siguiente ensayo, valiéndose de citas de Montaigne, Sontag y Deleuze. Tomaremos el arte desde el punto de vista de la escritura principalmente, así que cuando se hable del arte de escribir o de literatura se deberá entender que también es aplicable para cualquier otro arte.
Para abordar el tema en primera medida entenderemos el concepto de arte por el arte que nos plantea Susan Sontag en Contra la interpretación y otros ensayos. Toda obra posee una forma y un contenido, especialmente en literatura, y es allí donde más claramente podemos entender esta disyuntiva. Siendo el contenido la historia o temática que se narra a través del poema, cuento, novela etc. Y la forma la manera en cómo se escribe, el estilo que usa el escritor para llegar al lector, toda estrategia estética que contenga en sí misma elementos de distensión y tensión, que hagan una buena obra de arte, porque en ultimas parafraseando a Julio Cortázar: “Cualquier cosa puede ser un buen tema, pero no todas son buenas formas”. Es decir si hablamos de contenido hablamos de un “qué” y al hablar de una forma hablamos de un “cómo”.
Si entendemos el contenido como un “qué” se tiende a entender que se habla de una representación de una realidad exterior, y no una expresión subjetiva del artista frente al hecho como tal. Bajo este postulado debemos pensar entonces en que lo realmente importante al enfrentarnos con una obra de arte está en apreciar las formas que nos presenta, y sería un buen ejercicio entender al contenido como resultado de la forma, y no tratar de interpretar lo que se “está diciendo ” ya que esto no es un mensaje mimético de una realidad sino una visión personal, es un estilo, un estilo de vida del escritor. Sontag nos lo plantea de la siguiente manera:
En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte. (Sontag, 27).
La hermenéutica hace del arte un objeto de interpretación, y al tratar de realizar una interpretación se habla de una mimesis que por lógica lleva al lector/espectador a preguntarse qué “realidad” está imitando esta obra. Ese ejercicio de interpretación de una ideología social, cultural, biográfica y el afán por tratar de contextualizar la obra restan peso al estilo que es en sí el artista mismo puesto en su obra. Con esto llegamos al concepto de que la creación que el artista realiza radica en el estilo, siendo este su verdadera firma y no lo que dice.
Cuando se dice que el estilo es el artista mismo puesto en su obra, se habla no del yo , sino de las relaciones que existan, de igual manera yo soy un producto de las relaciones con mi entorno, esto mismo le sucede a la obra de arte, el efecto del estilo son esos encuentros o relaciones, en tanto que el estilo es el arte de los encuentros. Siendo el estilo un producto de relaciones, o encuentros, se habla de que no hay algo en sí mismo, el artista entonces debe poder posicionarse pasivamente ante ese estilo, pues éste no es una mera actividad subjetiva.
Al lograr es pasividad ante su propio estilo el artista tendrá la posibilidad de ver lo que antes no era visible; la obra de arte tiene su poder en cuanto a que se presenta como una posibilidad de aportar al proceso de crearse a sí mismo. Esta idea propone la obra como parte del proceso de auto creación del ser. En este orden de ideas se nos abre un horizonte extenso y nos da la noción de que la creación de sí mismo es un proyecto inacabado. Esto lo plantea claramente Deleuze en “crítica y clínica” :
La literatura se decanta más bien a lo informe, o lo inacabado, como dijo e hizo Gombrowicz. Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida. Es un proceso, es decir un paso de Vida que atraviesa lo vivible y lo vivido. (Deleuze, 11).
La vida como proyecto inacabado es una vida saludable (porque busca siempre mejorar, progresar en su reinvención),saludable en el sentido de que esto lleva a liberarse de la identidad en el pensamiento; el buen y verdadero artista libra esa identidad para crear su obra, pero se debe tener en cuenta de que lo que crea el escritor tiene repercusiones sobre la vida, tiene una eficacia directa sobre la vida, porque la obra ofrece ese estilo, estilo que es el devenir del escritor, que “representa la literatura como la enunciación colectiva de un pueblo menor, o de todos los pueblos menores, que sólo encuentran su expresión en y a través del escritor”(Deleuze, 15).
La obra como parte importante del proceso de creación de la vida misma, no llegaría a alcanzar una totalidad, para explicarlo podemos recurrir a la idea de que parafraseando a Hemingway quien dice: si un artista está del todo conforme con su obra debería entonces suicidarse, está idea va muy relacionada con lo que Deleuze expresa: Sucede a veces que se felicita a un escritor, pero él sabe perfectamente que anda muy lejos de haber alcanzado el límite que se había propuesto y que incesantemente se zafa, lejos aún de haber concluido su devenir. Escribir también es devenir otra cosa que escritor. (Deleuze, 17).
Entonces se podría afirmar que la obra hace visible cosas que no se veían antes, y esto se logra a través del estilo, estilo que requiere de una pasividad del artista, y a su vez entonces estos se retroalimentan porque para crear el artista se libera de la identidad y con la creación de su obra también está en proceso de crearse a sí mismo, es por ello que la obra debe ser parte de un proyecto de vida que será siempre inacabado.
Al contemplar también se está creando porque la obra habla por sí sola entendiendo el concepto de arte por el arte y relacionándolo con que la obra es un compuesto que hace aparecer y no que dice algo, es ella la que hace aparecer algo que no tenía voz; ligamos el pensamiento al crear y a su vez a la vida misma, entendiendo que el ejercicio del pensamiento se trata de darse una forma de vida.
Si hablamos de que el crear obra, es crearse a sí mismo, también el contemplar y el pensar es crear tanto en el sentido de hacer arte como en el sentido del devenir de sí mismo. Es allí donde aparece la idea que nos plantea Montaigne de la vida como ejercicio, como examen filosófico del alma, examen que da sentido a la vida.
Hace varios años que soy yo el único objetivo de mis pensamientos, que no analizo y estudio más que mi propia persona; y si estudio otra cosa, es para aplicarla al pronto sobre mí, o mejor dicho, aplicármela a mí, Y no me parece que yerre si, al igual que se hace con otras ciencias incomparablemente menos útiles, participo lo que he aprendido en ésta; a pesar de que no me satisfaga del progreso que en ella he hecho. (Montaigne, 63).
Siendo el examen como arte, en la actividad de creación del arte Montaigne encuentra las claves para vivir , más exactamente a través de la escritura, que para él le orienta en relación a la vida porque es el vivir mismo lo que él examina, es su devenir lo que trata de escribir al igual que la idea planteada por Deleuze, a través de la escritura ensayística, Montaigne habla de las imágenes, imágenes que hacen al autor y no ve al autor como un todo creador, sino es él quien toma de su arte su alimento. Las imágenes son imágenes de sí mismo, pero estas no son una representación mimética sino que crean en sí, una parte de su propio ser. Porque la palabra no es un instrumento de representación es un instrumento de creación. A través de las letras se crea a sí mismo.
Vivir es un arte, vivir de por sí ya es escribir, y escribir es crear, crear vida. Para esto Montaigne en su ensayo “Del Ejercicio ” nos ofrece como ejemplo la inquietud de poder crear la muerte en obra, pero para ello se debe experimentarla y ningún hombre que haya muerto puede volver a intentar crearse ni mucho menos crear obra, pero aún así ya se puede acercar, y él mismo vivió ese acercamiento, además como lo hemos dicho anteriormente si el artista alcanzara la totalidad de su obra ya no habría razón para el devenir de sí mismo. Y al llegar a la muerte se llegaría a ese clímax como artista pero al mismo tiempo se está acabando con la vida misma. Éste es un claro ejemplo de la relación vida y creación del arte, o vicerverza porque ya hemos demostrado que se puede ver de las dos maneras.
Montaigne ve a la escritura como una actividad vital en cuanto es el lugar donde sopesa lo que le conviene en el pensar, en el ejercicio del auto examen, plantea que se debe hacer de la palabra escrita un escenario para el auto examen. Para perfeccionar su arte no hay mejor técnica que el ensayo, y está la clave para ver el pensamiento como terapia como economía de los placeres.
Es entonces donde se ve claramente que la vida misma es arte, pero la vida misma al desprenderse de sí, y encontrarse después en la obra realizada por el estilo, estilo que no es representación mimética y se refiere a las relaciones. El pensar y lograr una posición pasiva frente a la obra, dejar que la obra cree voces, escuchar, y ensayar hacen que se esté en un devenir continuo pero no completo. Y ese examen es el sentido de la vida, el sentido del arte.
Bibliografía
Sontag, Susan. Contra la interpretación y otros ensayos. 1996. Barcelona Editorial: Random House Mondadori (Debols!Llo)
Deleuze, Gilles. Crítica y Clínica., 1996. Editorial Anagrama, Barcelona.
Montaigne, Michael de. Caítulo IV Del Ejercicio.